domingo, 19 de marzo de 2017

NINA S. DE FRIEDEMANN 1935-1998

NINA S. DE FRIEDEMANN. Antropóloga, nació en Bogotá en 1935 y falleció el 29 de octubre de 1998 tras sufrir un infarto, murió en el Hospital Militar de Bogotá.
Al momento de su muerte dirigía la revista América Negra, publicación del proyecto Expedición humana de la Universidad Javeriana, al que estuvo vinculada varios años.
Trabajaba también con el proyecto La ruta del esclavo de la Unesco.
Nina S. de Friedemann dedicó 30 años de su vida a su trabajo con las comunidades negras. Luego de terminar el bachillerato fue llevada por su padre a Nueva York, en donde vivió de cerca la discriminación a que eran sometidos los negros.
Al regresar al país estudió su carrera en el Instituto Colombiano de Antropología.
Es autora de unos 20 libros e innumerables artículos y ensayos publicados en revistas científicas y de divulgación.
Entre los libros, algunos en colaboración con otros investigadores, se destacan:
·         Herederos del jaguar y la anaconda (1982)
·         Carnaval en Barranquilla
·         Fiestas, Palenque, Chocó, magia y leyenda (1995)
·         Criele criele son. Del Pacifico negro arte, religión y cultura en el Litoral Pacífico. (1989)
·         Ma Ngombe: guerreros y ganaderos en Palenque (1979)
·         De sol a sol: génesis, transformación y presencia de los negros en Colombia (1986), escrito con Jaime Arocha
·         Entre la tierra y el cielo: magia y leyendas del Chocó (1995)
·         La saga del negro: presencia africana en Colombia (1993)
·         Un siglo de investigación social: antropología en Colombia, Con Jaime Arocha.


En sus páginas, salta entre las costas Atlántica y Pacífica, en viajes en los que el lector se topa con mujeres de Guapi cantando arrullos en griego a la Virgen María[1].


Biografía escrita por: JAIME AROCHA RODRÍGUEZ 
NINA S. DE FRIEDEMANNgraduada del Instituto Colombiano de Antropología de Bogotá, del Hunter College y de la Universidad de California, Nina S. de Friedemann se ha distinguido, especialmente, en el campo de los estudios afroamericanos. El 27 de agosto de 1993, al medio día y ante centenares de personas congregadas en la plaza Mosquera Garcés de Quibdó, el presidente César Gaviria Trujillo sancionó la ley 70. Mediante ella, la nueva nación que originó la Constitución de 1991, le reconoció a los descendientes de los africanos esclavizados en la Nueva Granada, que la identidad forjada a lo largo de su historia genera derechos territoriales y políticos.
Terminado el acto, hubo celebraciones en los barrios, allí fue recurrente oírle decir a los adalides comunitarios que sin los trabajos de Nina S. de Friedemann, la lucha en favor de la ley habría carecido de muchos de los argumentos etnohistóricos que ellos lograron esgrimir. El "Marco de referencia histórico-cultural para la ley sobre derechos étnicos de las comunidades negras en Colombia" recogió buena parte de esas tesis y fue publicado en el número 5 de América Negra, la revista que Friedemann fundó y dirige con el objetivo de ampliar el espacio de los estudios afroamericanos. Pero esa publicación periódica no es el único factor que explica el reconocimiento de los efectos que el trabajo de Friedemann ha tenido sobre el fortalecimiento de la etnicidad en Colombia.
También es necesario hablar del celo con el cual ella ha combatido aquella tradición jurídica que ha insistido en catalogar como "colonos en tierras baldías" a los campesinos, mineros y agricultores que hoy ocupan franjas amplias de llanuras, riberas, selvas, esteros y playas, después de que sus ancestros humanizaran esos territorios como medio de ejercer la libertad, ya fuera al haberse convertido en cimarrones, subversores del régimen esclavista o en automanumisos, que le compraron a sus amos las cartas que los acreditaban como personas libres. Por otra parte, hay que resaltar el esfuerzo disciplinado de Friedemann por innovar la presentación de los datos científicos, de manera tal que trasciendan las bibliotecas académicas y le lleguen a los sujetos del trabajo antropológico.
Así, a finales del decenio de 1960 y durante los setenta, Friedemann exploró la integración entre palabra e imagen mediante documentales que como La fiesta del indio en Quibdó y Congos, se convirtieron en mojones del cine etnográfico colombiano; y en la serie Zazacuabi, con cuadernos escritos por expertos sobre temas antropológicos ilustrados mediante transparencias. No obstante la relevancia de estos aportes, es al final de esa década que su experimento alcanza el punto climático, con la publicación del libro Ma N'gombe: guerreros y ganaderos en Palenque. Su amalgama de la estética fotográfica del ya desaparecido Richard Cross, con una etnografía no convencional, desconocida hasta entonces, convirtieron la publicación en hito editorial. 
En ella Friedemann rompió con esa ortodoxia que se ha referido a los negros como "cargas" venidas de Africa o, en el mejor de los casos, que los ha contado como otro "recurso" perteneciente a los amos de las haciendas del valle del Cauca o de las minas del litoral selvático. En su reemplazo, sobresalen los pioneros de formas de resistencia e insurgencia de largo aliento, quienes construyen cultura a partir de memorias bantúes. Con este clásico, reeditado en 1987, se acentuaron dos de las metas centrales de la obra de Friedemann: una, entronizar en las páginas referentes a la formación nacional a quienes la historia oficial ignora o trata como antihéroes; la otra, construir el puente que nos une con Africa.
El cimiento ético y político del trabajo sobre Palenque enmarca el resto de los aportes de Friedemann, que trascendió el ámbito de lo afroamericano con el volumen Herederos del jaguar y la anaconda, elaborado en 1982 con Jaime Arocha. En este caso, la innovación del texto etnográfico se hizo más penetrante, señalando el protagonismo de los antropólogos en sus enfoques y en los lugares donde desarrollaron sus investigaciones de terreno, y mediante representaciones de complejas teorías sobre el poblamiento de América, la ecología cultural y la integración entre cotidianidad, moral, filosofía, religión y ciencia. Friedemann profundizó esta opción hasta dar origen a lo que el poeta José Luis Díazgranados denominó cuentos sin ficción, en el prólogo que escribió para De sol a sol: génesis, transformación y presencia de los negros en Colombia (1986).
Dos de esos cuentos, "Ngolas: una dinastía de reyes y reinas en Angola" y "Biviana Vaz, una hija de la tierra" son pioneros en un campo que hoy ocupa máxima prioridad entre los analistas de la diáspora africana: el estudio de los efectos de la trata transatlántica sobre la estructura económica, demográfica, social, política y mental de las sociedades víctimas de la captura. Pero todo este conjunto de aportes es inseparable de otro de los factores que explican los efectos del ejercicio profesional de Nina S. de Friedemann: la actitud crítica de sus enfoques sobre el Estado, la nación y los círculos académicos colombianos. Nominada en 1987 por Colombia para el Premio Interamericano Gabriela Mistral de la Organización de Estados Americanos (OEA), Friedemann es actualmente miembro de la Expedición Humana de la Universidad Javeriana.


[1] Tomado del Diario El Tiempo 

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